“Estoy jugando demasiado y no sé cómo parar. Mi familia no sabe y no puedo decirles. Estoy asustado/a y cada vez es peor. Tengo deudas que no puedo afrontar. Siento mucha culpa y no puedo reparar el daño. Pienso que solo una racha de buena suerte me podría salvar”
Es posible que Ud. se sienta en esta situación, habiendo escondido durante un tiempo su actividad de juego de apuestas, que empezó como algo inofensivo, pero se convirtió en una bola de nieve. A medida que pasa el tiempo las cosas no mejoraron sino al revés, se profundizan las deudas con amigos, en el trabajo, con bancos y tarjetas.
Encerrado, atrapado en un círculo y obligado a mentir cada vez más, ilusionarse o aliviarse si gana algún premio, pero luego comprobar que eso no lo aleja del problema. En realidad, no sabe qué es lo que lo empuja tanto hacia las máquinas y las apuestas.
Como si fuera una droga, el juego se convierte de a poco en su única obsesión, piensa en eso, sueña con eso y se va aislando de las personas queridas, llegando en ocasiones a hacer cosas que nunca antes imaginó que podía hacer, tales como robar o estafar, incluso a su familia.
Si deja que pase el tiempo, el problema se profundiza, porque hay algo que lo empuja, más fuerte que la persona misma. Este tema no se arregla solo, es necesario que otro lo escuche, lo acompañe y ayude a encontrar salidas.
Es complejo. Parece simple, pero no lo es. Pero tampoco es imposible. Un tratamiento del problema, de lo que lo empuja a jugar así, es clave para poder enfrentar esta adicción y encontrar su propia salida.